Hace unos días me encontraba sumamente angustiada por decisiones que debía tomar y situaciones que se presentaban las cuales estaban perturbando mi paz. Llena de mucha tensión, decidí tomar un paseo por uno de los parques de mi ciudad y el cual no visitaba desde el año pasado.
Antes de comenzar a Evangelizar a los niños en el colegio, acostumbraba a realizar esta caminata casi a diario, de manera que fue como reencontrarme con la naturaleza y con las ardillas del parque, que en lugar de huir de las personas, se acercan a ellas en busca de algo para alimentarse, quedé inmóvil cuando una de ellas se acercó lo suficiente como para que estuviera a punto de lanzar un grito pensando que me mordería.
Con un poco de esfuerzo, rosario en mano y disfrutando del paseo, al llegar a pocos metros del final del recorrido, comencé a toparme con unos pendones colocados a un lado de la caminería, seguí unos metros más, estaban enumerados, leí los títulos y.... era un Vía Crucis. Cómo no realizarlo si me lo mostraba mi Padre del cielo, como otras tantas ocasiones, Él mostrándome el camino. Retomé la caminería y comencé a buscar donde comenzaba y lo seguí paso a paso contemplando las imágenes que se iban presentando, algunas en verdad me llevaban a la reflexión.
Se trataba de una Exposición a cielo abierto: III Colectiva "Paisaje Pasión y Sagrado" Cada artista interpretaba una de las estaciones del Vía Crucis. La intención de esta colectiva era involucrar a los visitantes del parque con la propuesta plástica de cada autor.
Lo que este Vía Crucis me mostró a mi era que en mi angustia, no me encontraba sola, podía ser más llevadera mi Cruz si la compartía con la misma de Jesucristo. Tan llena de gozo me sentí que al día siguiente estaba de nuevo en el parque, y por supuesto pasando por el Vía Crucis.
Les dejo una secuencia de fotos donde podrán observar la obra de cada artista.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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