martes, 31 de diciembre de 2013

Anunciando el Nacimiento del Niño Jesús


Esta Navidad ha sido algo diferente para la familia, previo a ésta, las actividades del grado universitario de la hija, me mantuvieron bastante ocupada. La situación del país y los últimos acontecimientos ocurridos en muchas empresas venezolanas me afectaron enormemente.  Mi preparación para la Navidad a duras penas pude realizarla, aunque el esfuerzo por vivirla era constante. 
 
Me propuse realizar algo especial para el 24 de Diciembre, día en que estaríamos viajando. Se me ocurrió preparar unos Niños Jesús, como los de la Navidad pasada que realizamos con los niños de la familia. Pero en esta oportunidad los haría yo y los entregaría a las personas deseándoles una Feliz Navidad. Así que entre un día y otro preparé mis niñitos y les coloqué una tarjeta con un mensaje especial, recordando que la celebración de la Navidad es en realidad el nacimiento del Hijo de Dios. No tengo en este momento la cita bíblica que utilicé y el modelo de la tarjeta quedó en mi computadora de escritorio en Venezuela. Esto me pasa por no usar los métodos de archivos en la web.

Pues bien, pude realizar 6 niños Jesús, no sabía a quien los entregaría, mi corazón me lo indicaría. Los coloqué en una bolsa y los tendría a la mano.

1ra entrega: bien temprano en la mañana eran las 5 am, el destinatario, una joven con  cara de pocos amigos, la asistente en despacho de vuelo de la línea aérea en la que nos embarcaríamos. Luego de que nos entregó los boletos y pasaportes me despedí de ella con un ¡muchas gracias, feliz navidad!, saqué de la bolsa el primer Niño Jesús y su rostro cambió por completo, una hermosa sonrisa fue su regalo para Él y un ¡qué bello! ¡Feliz Navidad!   Va uno me dije, lo podré hacer.

2da entrega: no sabía a qué velocidad debía entregar mi obsequio; eran 6 y debía calcular ir dejando uno a lo largo del viaje, tendríamos una escala y debía incluirla.  Siguiendo un impulso el segundo Niño Jesús fue en tierras venezolanas, luego de haber chequeado nuestros pasaportes  hice entrega con un ¡Feliz Navidad!  a la funcionaria de Inmigración, su respuesta me lleno de gozo, ¡Bendito sea Dios! me dijo ,Feliz Navidad le repetí. Gracias Señor van dos.



3ra entrega: ya estaba preparaba, la entrega de los obsequios me resultaba natural, los hijos se sonreían con lo que hacía, no les había comentado en casa cual era mi propósito, ni a ellos ni a mi esposo. Desembarcábamos en la primera escala, dejaría un obsequio, ¿pero a quién? Ya saliendo en la puerta del avión, un joven parado, saludaba a los pasajeros mientras la sobrecargo ofrecía unos caramelos, tomé uno y con la otra mano le ofrecí el Niñito Jesús, al piloto o copiloto, en realidad no sé, era alguien de la Tripulación, ¡oh, muchas gracias! me respondió con un marcado acento luego de mi ¡Feliz Navidad!  Van tres, me faltan tres. Que emoción ir dejando un mensaje de que pronto será Navidad y celebramos el nacimiento del Salvador.

4ta entrega: creo que me sobrarán, me dije. Indícame Señor a quien te entrego, me preguntaba. Esta cuarta entrega fue para la persona de inmigración en esa primera escala. Se sorprendió, era casi Navidad y alguien le entregaba un obsequio. Me dio las gracias. Me pregunto qué pensarían los pasajeros que estaban detrás de nosotros. En algunas entregas todo era muy rápido y como el Niño Jesús estaba envuelto en celofán, se confundía con algún obsequio de caramelos.

5ta entrega: este Niño Jesús fue a las manos de una de las aeromozas del último vuelo, Feliz Navidad, esto es para usted, le dije, agradecida me dijo, ¡Feliz Navidad!

6ta entrega: dude un poco de entregarlo aquí pues la seriedad de la persona me intimidaba; y era funcionaria de inmigración; así que me arme de valor y luego de haber concluido nuestro trámites migratorios, le hice entrega del obsequio deseándole Feliz Navidad. Lo recibió, me dio las gracias y un Feliz Navidad.

Agradecí a Dios Padre por permitirme ser su instrumento y permitirnos estar juntos en familia en estas semanas. En casa habían quedado otros obsequios para la Iglesia, que por falta de tiempo no pude hacer llegar. Pero este gesto que no sé de donde salió me reconciliaba conmigo misma, evangelizando en Adviento. Preparándome para recibir al Rey de Reyes. No me imaginaba que Papá Dios tenía preparada otra tarea para mí.

Con esta entrada finalizo el 2013, año sumamente duro para mi familia, continuamos viviendo un día a la vez, entregados a la voluntad de Dios pues Él sabe lo que es mejor para nosotros.

Que tengan todos un Feliz y Santo 2014.

viernes, 20 de diciembre de 2013

¡ El Adviento... ya termina!

©ZHM
Han  pasado tres semanas del Adviento, y que difícil ha sido para mí estar en sintonía con este tiempo litúrgico. Indudablemente que la actividad con mis alumnos me ayudaba mucho a vivir paso a paso el calendario litúrgico.

No quería que terminara el año 2013 con la entrada anterior, así que haciendo caso a lo que se me susurra al oído me siento a escribir. Hoy el cuello me duele, el stress se está viendo reflejado allí.  He hecho un esfuerzo grande por asistir a las dos misas de Aguinaldo que se han celebrado en  la parroquia más cercana a casa, quiero tener el corazón dispuesto para la Navidad, pero las circunstancias hacen todo tan difícil.  Sin embargo, me han hecho bien, me he sentido acompañando a la Virgen María en sus últimos días de gestación.

Quisiera dar más de mí en cierto sentido práctico, pero pareciera que me quieren sentar y ponerme a pensar y reflexionar. Quiero ver la luz de Cristo, la luz de Cristo en los demás,  siento que he perdonado y el sosiego comienza a llenar mi corazón, solo Dios puede sanarlo y deseo que su luz lo llene por completo.
Pero realizando buenas obras no siento que lo conseguiré, he tenido una idea para llevar el mensaje cristiano del Nacimiento de Jesús, me estoy preparando y espero tener la valentía de realizarlo. Algo parecido me sucedió el año pasado y creo que vamos por el mismo camino.

La noche oscura está allí; pero también la luz, luz sanadora, brillante y envolvente que me empuja, me atrae hacia ella.

Será una Navidad distinta, otro lugar, otra cultura, otros amigos, lo más importante es que estemos donde estemos y con quien estemos, celebraremos el Nacimiento de Jesús. Dios nos ha encomendado esta tarea, nuestro testimonio cristiano lo presentaremos a quienes nos encontremos y esa noche de Navidad miraremos al cielo y ese cielo será el mismo para todos.

Han ido apareciendo los conocidos, bueno en realidad también me he dejado ver, pues huía despavorida antes de recibir un desaire posible. Nos han brindado palabras de aliento, otros solo saludan, no comentan ni preguntan.

Quisiera hablar de mi país y de lo que me ha hecho, pero no es el momento. Hoy fue un día terrible y me disgusté muchísimo y lo dejé saber.  Todos estamos cambiando y no nos damos cuenta, la injusticia la aceptamos,  el atropello, la viveza todo esto lo veo cada día mas y mas. Somos egoístas y muchas veces no nos damos cuenta que quien está a nuestro lado es a quien le debemos consideración.

Para tratar de vivir el Adviento me he valido de muchos medios y la comunidad virtual de Extensión Contemplativa Internacional me ha presentado las Antífonas OH. Les invito a recitarlas, se rezan en la Liturgia de las horas durante estos últimos 7 días antes de Navidad. 

El retiro virtual de Adviento me está ayudando a prepararme y aunque me cuesta sentarme y leer a través de un monitor, lo hago. Leía en el material del retiro que “la libertad máxima consiste en descansar en Dios tanto en el sufrimiento como en la alegría” y los dos los experimento día a día. Una buena noticia me levanta el ánimo, pero ésta no siempre llega sola, la acompaña un acontecimiento, una circunstancia, una noticia de enfermedad, injusticia, persecución y maldad.

“Descansar en Dios”, entregarlo todo, donarlo todo, ofrecer ese sufrimiento… como alivia. No se me ha hecho fácil ofrecer el dolor, pues él mismo me impide hacer un gesto de dar, pero es posible y lo he logrado.

Termina el Adviento, y con toda la intención de prepararme, siento que no estoy de todo lista, confío en que dé el paso definitivo para vivir una Feliz Navidad.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Hoy rompo mi silencio

© Carlos Navea
Han pasado en realidad pocos días, pocas semanas, pero para mí han sido horas, minutos y segundos vividos intensamente. Rompo el silencio porque he visto que ante el sufrimiento hace bien compartirlo, pues el dolor se hace llevadero y si alguien se atreve a dirigirte la palabra, éstas son bálsamo que suaviza las heridas.

Mi silencio se debió, tal vez, a ser precavida y no hablar más de lo que debía, pues ante tanta injusticia, lo que provocaba era gritar al aire ¡¡ no, no, no así Dios mío!!  Pero quién soy yo para decirle a mi Creador cómo debe moldearme.

Hoy entiendo mucho mejor todo el proceso, una purificación de la que saldremos fortalecidos.  Con nuestra fe robustecida y una total y completa entrega a la voluntad y confianza en Dios Padre, creador y protector de sus hijos.

¡El dolor!, el dolor más grande lo recibí de mis hermanos  en la fe, paralizados ante el desconcierto, dejándose llevar por afirmaciones, publicaciones que hicieron mucho daño y que frenaron las virtudes que en muchos el miedo y la incertidumbre eliminó por completo.

El dolor y la  rabia, la soberbia y tristeza aparecieron y fue una lucha constante para que no se instalaran en mi alma. Fui crucificada, una y otra vez, y sollozaba ante el dolor que se me producía.  En esos momentos recurrí a personas a través del ciberespacio; sí fueron ellas las que me tendieron la mano y me acompañaron a través de esta dolorosa noche oscura.  Un increíble sacerdote que en su oportunidad fue mi director espiritual, hizo acto de presencia con sus palabras consoladoras. ¡Qué increíble que los que estaban a mi lado, desaparecieron en el más profundo silencio e indiferencia! Me sobran los dedos de una mano para contar los que me arroparon, consolaron y rezaron. Que doloroso, pero así son los caminos de Dios. ¿No fue Jesucristo abandonado por sus más íntimos?

Mi profundo dolor y mi confusión ante lo que Dios me proponía, quedaron plasmados en una carta dirigida a las presentadoras de mi grupo virtual de estudio de Extensión Contemplativa, sus respuestas eran leídas por mí una y otra vez para comprender y asimilar lo que me pasaba. Esta carta la publicaré más adelante.

Solo el perdón y consideración llegaron a mi corazón cuando una hermosa persona, en realidad dos de ellas, un diácono y un sacerdote me dijeron: “el miedo paraliza a los cristianos”. Una de ellas escribía: “También San Pablo exclamaba “que Dios nos libre también de individuos indeseables y malos, ya que no todos creen”. Es decir, la intención de provocar el mal existe en personas concretas en nuestra sociedad y lo peor que nos puede suceder es ser indiferentes y no reconocerlos. El éxito del mal es paralizar por el miedo y de que nadie haga algo por nadie y de ese modo es como la justicia nunca llega, aunque tengamos a favor nuestras leyes civiles.”

Quiero terminar esta entrada agradeciendo profundamente primero a Dios Padre que se fijo en esta hija suya para escogerla y pasarla por esta prueba de fuego, de fe y de amor. Mi entrega a María Santísima como Madre e intercesora me enseñó que en verdad la amo y la considero mi Madre amada. A nuestros amigos de toda la vida, de la niñez, juventud y de este pedazo de mi Venezuela, Valencia, que con sus llamadas y disposición nos tendieron la mano. A nuestras familias que a pesar de la distancia se ocupaban de nuestra condición. Y para mi tiene un valor incalculable mis amigos del ciberespacio, sacerdotes y laicos que oraban y ofrecían la Eucaristía por todas las familias que nos encontrábamos en una situación de angustia, incertidumbre, agotados espiritual y corporalmente, pero entregados a la voluntad de Dios. A ellos bendiciones por ayudarnos a sostenernos en la cruz que nos tocó llevar. 

A aquellos que me dieron la espalda, que con sus miradas acusadoras me crucificaban, aquellos que con su silencio me hirieron profundamente, fueron los que con mas locura presentaba a Dios para que me ayudara a amarlos y esa luz y paz que pude sentir en varios momentos de la noche oscura, fue debido a mi intención de no dejarme llevar por mi condición humana y entregarme totalmente al Terapeuta Divino, Él se encargaría de sanar mi alma.


Esta noche oscura todavía no termina, pero la llevo como mejor puedo, a veces caigo y me rebelo pero tomo mi cruz y continúo pues se que quien va a mi lado ayudándome a llevarla es Cristo Jesús, mi Salvador.

Señor, te creo.

Reflexión al Evangelio Jn 20,24-29 Día de Santo Tomas. Cuantas veces Señor me has escuchado decir: sí, yo creo, cuantas veces lo...