domingo, 17 de agosto de 2014

Reflexión del Evangelio del XX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. Mt 15,21-28

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El Padre Alberto Márquez, nos presenta su reflexión sobre este Evangelio. Les invito a colocar en los comentarios la frase que más les llamó la atención. Feliz Domingo para todos.

Ya hace tiempo la expresión “fuera de la Iglesia no hay salvación” fue superado por la expresión conciliar “la Iglesia es Sacramento Universal de Salvación para todo el género humano”. La primera, utilizada en su tiempo para hacer alguna explicación bíblica fue popularizada para idealizar la figura de la Iglesia, pero sugería una exclusión de la salvación de todos aquellos que no eran parte de ella hasta negar la salvación para aquellos que nacían en otra confesión religiosa de nuestro mundo. ¡caso de extremismo!. La segunda, “La Iglesia, signo, instrumento, sacramento Universal de Salvación” es más incluyente, sugiere que a través de la evangelización de la Iglesia, otros que no son parte de ella pueden llegar a conocer la Salvación, incluso lo que ella anuncia se extiende a otros por obra del Espíritu Santo por caminos que solo el mismo Espíritu conoce a través de una sabiduría de la verdad o por el derecho natural.

Ya los cristianos discípulos del Señor desde los primeros tiempos se encontraron con el dilema de los fanáticos conservadores judíos que veían a las tierra de paganos como tierras de perdición o como de perros. Esto los llevaba a ser excluyentes en sus predicaciones. La segunda lectura del Domingo, en el texto de Pablo a los Romanos se expresa la angustia del mismo San Pablo al ser rechazado por sus hermanos de raza, quienes por oponerse a su Evangelio recibió acusaciones y persecuciones. Por eso él se considera con orgullo “apóstol de los paganos” y por ser rechazado, ahora otros, es decir los paganos, han conocido la reconciliación del mundo, Jesús de Nazareth. Por la “desobediencia” de los judíos ahora los de tierras extranjeras “han alcanzado misericordia”.

Por tanto, ese universalismo de la salvación ya se ve expresado en el pasaje evangélico del texto de hoy (Mt 15,21-28) cuando Jesús al reconocer o valorar la fe de la mujer pagana cananea exclama “Mujer, ¡qué fe tan grande tienes”! que se cumpla tus deseos”. A primera vista, la “aparente objeción” de Jesús de hacer el milagro de la cananea, por no ser parte de la ovejas descarriadas de Israel o por ser un perrito a quien se le estaría dando el pan de los hijos, refleja las objeciones de las comunidades de judíos cristianizados que viviendo al norte de Israel o al sur de Siria (Tiro y Sidón), donde se escribe el Evangelio de Mateo, no acababan de entender la posibilidad de tener creyentes cristianos venidos del paganismo.

La mujer cananea que exclama “Hijo de David” o “Señor ayúdame” no es una tal mujer cananea, sino un símbolo de todas aquellas personas fuera de Israel, que sintiéndose atraídos por el mensaje de un judío llamado Jesús de Nazareth ahora experimentan la salvación. Esta texto de hoy, más allá de la reconstrucción literaria de este pasaje (pues Jesús quien mandó a “predicar a todas las naciones”,  jamás excluyó a nadie), lo que busca anunciar es que Jesús sí reconoció que fuera de los de su propio pueblo habían expresiones de fe muy grande. Con esa alabanza pública de la fe de esta mujer queda demostrado que la fe no conoce fronteras raciales, culturales y sociales. La fe verdadera se vive solamente donde hay corazones abiertos y donde hay cerrazones del espíritu lo que queda es aspereza y rechazos entre hermanos.

Ha sido el puritanismo racial y religioso lo que ha generado guerras inacabadas en el mundo como las que vemos en estos días en el medio oriente. Los extremos palestinos del Hamas y el Hizbolá y de los extremistas también presente entre israelíes nos demuestran lo peligroso del exclusivismo. También los movimientos integristas de nuestra iglesia, aunque no en las dimensiones de guerras religiosas, retardan un anuncio más alegre del evangelio en nuestros tiempos. Podemos distraernos de lo más importante como es el anuncio gozoso ante un mundo triste por querer defender el puritanismo o el integrismo espiritual de nuestros grupos. Se gastan muchas energías en querer asumir estilos de vidas al modo de ciertos católicos del pasado, que por no decir ya nada al mundo de hoy, terminamos con nuestras caras de vinagre excluyendo a los demás. En términos del Papa Francisco, debemos “salir” de nuestras comodidades y ser “osados” al buscar la fe escondida que están aún en aquellos espacios que peyorativamente se les llaman paganos. El anuncio del evangelio no es únicamente una cuestión de celebrar ritos religiosos y vivir estructuradamente en la situación de espera de los demás. Repensar el evangelio nos llevar a cambiar nuestros centros de intereses, formas, tradiciones, normas, devociones, religiosidades, con vista a que el evangelio llegue no solo a todas partes en el sentido geográfico sino a las distintas partes de la vida. Pero no hay que tener miedo, se debe tener la osadía de la mujer cananea quien se acerca a Jesús y le dice: “pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesas de sus dueños”.

Pbro. Alberto Márquez.
albertoarqui@hotmail.com

1 comentario:

María Auxiliadora Villalobos de Marin dijo...

"La fe verdadera se vive solamente donde hay corazones abiertos y donde hay cerrazones del espíritu lo que queda es aspereza y rechazos entre hermanos."

Esta es la frase de la reflexión que detuvo mi lectura por un tiempo.

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