©Carlos Navea |
El tema en cuestión es por qué se nos hace tan difícil ser testigos del amor de Cristo en nuestras propias familias. Disculpen no a todos les pasa esto pero siento que a mi la mayoría de las veces me pasa y es materia de reflexión al hacer mi examen de conciencia.
Llevo casi un mes que no me siento en excelentes condiciones de salud y todo se me ha hecho cuesta arriba, supongo que ahora si llegaron los 50 años y lo que para una persona del sexo femenino representa esto. Aunado a una epidemia, que pensé era del colegio resulta que es nacional y se ha instalado en mi hogar que no hay manera de salir de ella, es repetitiva. Este malestar ha colmado mi paciencia y aquí viene el blog del Padre Javier que me ha dado, como dice una amiga bloguera "un sartenazo en la cabeza" cuando en una de sus últimas entradas la titula: "Constancia y paciencia, virtudes para el Adviento" Cosa que no ha pasado por mi adviento y me han hecho pegar un frenazo antes de pasar a la Navidad.
Me vi haciendo tratos con Dios, imagínense yo haciendo trueques con mi Creador ¿ a dónde me llevaba esto?, le pedía tal cosa a cambio de otra." No puede ser que tu me quieras ver sufrir de esta manera, que va ha ser de los míos, no permitas que los niños se asusten si ocurre algo en el colegio". Le pedía al Señor. ¿Qué faltaba?... aceptar su voluntad, de verdad, verdad, no mirándolo de reojo.¿ Que me hizo reaccionar? Las palabras de mi esposo quien me dijo:" imagínate como se sentirá (un familiar) que lleva un año saliendo y entrando del hospital."
Es cierto hay personas que han pasado situaciones mas difíciles y los tenemos al lado, qué hemos hecho por ellos, ¿mucho, poco, nada? Por qué nos cuesta tanto socorrer a nuestros seres queridos? a familiares cercanos que tal vez necesitan de una mano cariñosa, de una compañía. Creemos a veces que vamos a incomodar, que seremos rechazados, ¿que voy a decirles?, ¿cómo hablarle a alguien que rechaza la voluntad del Padre, que se niega a sentirse amado por Dios?.Y así dejamos pasar el tiempo...
No le tengo miedo a la muerte, pero le tengo pavor al sufrimiento, a sufrir algún proceso de purificación a través de una minusvalía, eso sería una prueba muy fuerte para mi.
Por qué escribo hoy de esta manera pues porque en este Adviento la Esperanza es lo que me permite seguir adelante a pesar de todas las imperfecciones y de todo lo bajo que puede caer el ser humano, dejando de hacer lo que el Señor te pide que hagas en su nombre. Es el momento de intervenir y enderezar los caminos.
Y de aquí me gustaría que enlasaran con una entrada del Padre Beda que ha escrito sobre el Servicio. Allí explica como nuestra Condición humana interfiere muchas veces con ese servicio que el Señor nos propone.
No quiero alarmarlos, así que el solo hecho de estar escribiendo esta entrada quiere decir que mis condiciones de salud han mejorado. Soy muy trágica, como buena maracucha (exagerada) así que todo mejorará en lo corporal y espiritual.
©Carlos Navea |
Con la esperanza de que Jesús, nacido en Belén me llene de paciencia, humildad y generosidad les deseo un Felíz Adviento.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
NOTA: las fotos son propiedad de Carlos Navea. Las utilizo con su autorización.
3 comentarios:
Hola: Auxi, escribes y parece que estas entregando el corazón, el batallar de nuestro día a día con el seguimiento del Evangelio. Si, coincido contigo en algo, la esperanza es la virtud "fuerte" del Adviento, por ella confiamos en aquello que no vemos, y que suplira nuestras debilidades: la misericordia de Dios. Nunca esperamos demasiado de Dios, él siempre compensa la confianza que en él depositamos. Gracias por compartir tus pensamientos con nosotros, un saludo, y espero que la salud siga mejorando,...
Gracias Marcelo por tu visita y tu comentario.
Los buenos deseos ayudaran
Mi querida Mariauxi, tengo muy atrasado el dejarte un comentario en esta entrada. Estoy de acuerdo con Marcelo, yo también sentí que nos estabas abriendo todo el corazóny nos estabas mostrando lo que sentías tal cual. Admiro la humildad con que nos cuentas tus luchas y tus temores. Creo que ese es el primer paso para la sanación. Dios sabe lo que cada uno de nosotros necesitamos y me alegra que Dios te esté hablando durante este tiempo a través de otras personas como el Padre Javier. Estás en mis oraciones amiga mía, y te pido que me inlcuyas en las tuyas, pues también las necesito!!! Con todo cariño, tu amiga mexicana!!!
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