lunes, 26 de febrero de 2018

No me quejo... me lamento




Bajo la situación en la cual vivimos los venezolanos, el hecho de quejarse fue ocupando la mayoría de nuestras  actitudes ante el día a día que se nos presentaba. En cualquier lugar la conversación incluía una larga lista de quejas de todo tipo.

Nos quejamos por todo, pensaba yo. A muchos no nos gusta estar escuchando quejas de cualquier tipo a todo momento. Un día leyendo un libro pude conseguir una revelación ¡no todas las quejas eran quejas!

Hay quejas y lamentaciones, he aquí la gran diferencia que puede hacerte Tolerante en un país como el mío.

Se queja el hombre que cree que no hay nada que hacer ante una situación y expresa su frustración de esta manera. La queja es rebeldía, es pelea, es inconformidad es un grito sin sentido”(1). 

No hay solución a la situación o problema, no hay respuestas y la queja mantiene viva una herida; que peligroso esto, cuando la queja te envuelve en un círculo vicioso que no te deja avanzar, te va hundiendo cada vez más y más, no te deja ver la realidad y te confunde.

A diferencia el  lamentarse es llorar ante Dios. Es expresarle a Él lo que se siente con la confianza de su poder. La lamentación es oración. El que tiene una relación con Dios se lamenta, sabiendo que está en manos de su Padre y que este actúa invariablemente en su favor.

La lamentación nos purifica y libera, nos mantiene en la presencia de Dios pues a cada lamento hay una respuesta con la Palabra que libera.

De esta manera comencé a lamentarme ante la situación que se me presentase, sabiendo que tengo un Padre que vela, me acompaña y me enseña, y que por las circunstancias que pase, el lamentarme puede ser válido pues supone una confianza en Dios y una aceptación de su Voluntad. Pero no puedo quedarme en el lamento, atravieso la circunstancia con Dios y continúo.

Cuando algo se me presenta y me hace lamentar, enseguida le agrego al lamento alguna palabra de consuelo que llegue a mi mente, pues es la esperanza y la entrega en Dios lo que hará la diferencia.

" No se aflijan por nada, mas bien presénteselo todo a Dios en oración, pídanle y también denle gracias." Flp 4,6

(1)La luz al final del túnel puedes ser tú. Padre Alberto Linero

3 comentarios:

Miserere mei Domine dijo...

Me ha gusta mucho el post. Sin duda, todos somos propensos a las quejas. La queja es un recurso para disminuir durante un momento, el malestar emotivo, espiritual o físico. Pero el lamento que elevamos a Dios es otra cosa. Es como la súplica de Cristo en el Monte de los Olivos. Expresa dolor que traspasa el alma. Pero al mismo tiempo, lo hace con total docilidad a la Voluntad de Dios. Saludos Auxiliadora!!! :) Néstor Mora

María Auxiliadora Villalobos de Marin dijo...

Que alegria me ha dado el recibir su comentario. Por aquí continúo está gerherm travesía. Gracias por la visita y los saludos.

Miserere mei Domine dijo...

Siempre es una alegría reencontrarse y darnos ánimos mutuamente. Estaba mirando los pocos blogs que van quedando y la necesidad de plantearnos alguna forma de colaborar mutuamente. Escribí este post sobre el tema: http://misteriocristiano.blogspot.com.es/2018/03/el-valentia-de-preguntar.html ... espero que te guste. Ánimos, que a veces la aparente soledad nos hace sentirnos cansados!!!Néstor

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