El que hoy
celebremos la solemnidad de la Santísima Trinidad no quiere decir que hoy la
recordamos y los demás días no, pues hoy toca y los demás no, cuando en
realidad la vivimos todos los días, es el misterio
fuente, de ese misterio nacen todos los misterios revelados, pero tal vez
somos pocos trinitarios, pudiéramos pensar en un Dios único sin nadie y sin
diversidad, una especie del Dios del olimpo, incluso solemos decir “Dios” sin
referencia a lo que en las Sagradas Escrituras se nos revela, un Dios que es
Padre, Hijo y Espíritu Santo, simplemente
decimos Dios es Dios.
Pero en el texto
de 2° de Corintio del día de hoy cuando Pablo
exhorta a la alegría después de tantas circunstancias que tal comunidad
cristiana atravesó, les desea la paz y
la armonía sellando la despedida a la comunidad de Corintio con una fórmula
totalmente referida a Dios y ésta es la que conocemos como trinitaria.
Desde luego la misma está en el saludo hasta nuestros días en la liturgia y se
proclama así: “La gracia del Señor
Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté con todos
ustedes” (2Cor 13, 11-13). De este modo se nos está transmitiendo no una
consigna lógica o propagandística y meramente racional (aunque tenga hasta cierto
punto su racionalidad) sino una experiencia arraigada en la fe de donde nació
el cristianismo. La Trinidad no fue un invento del cristianismo, sino la misma
vivencia de fe de siglos, pero que con la Revelación de Jesús se conoció que
ese único Dios profesado desde los patriarcas ahora se sabe que es Padre, Hijo
y Espíritu Santo, y que ahora está con todos nosotros.
Para los
discípulos del Señor, proclamar esa tripersonalidad de un Dios no era un
problema entre ellos pues bien sabían que esa era su verdad que estaba sellada
en su historia, que era una historia de experiencia amorosa de un Dios Padre
apasionado por el mundo, tal como grita San Juan: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para quien crea
en él no muera, sino tenga vida eterna” (Jn 3, 16); y por predicar este
amor loco de Dios Padre por el Hijo en el Espíritu Santo muchos murieron.
Pero por no
conocer esa experiencia de amor, siglos después muchos se cerraron a esta
verdad original y única e intentaron perderse en la filosofía. Intentaron
aplicar sus axiomas o teoremas cargados de finitud en el que desesperadamente
solamente podían decir el uno no es igual al tres. Pero la lógica del amor que solo descubre trascendencias, es capaz de
comprobar que por ser Dios Infinito el uno si es igual a tres. Solo Dios ha
amado tal como el hombre pudiera descubrir y solo desde la fe es capaz de
descubrir que ese amor único se conoce en la acción de tres personas iguales en
una única esencia amorosa. El placer de Dios es salvar, y del océano infinito
de su ser solo sabemos que Él ha caminado con su pueblo, perdonando sus
pecados y más aún ha traspasado el
límite humano venciendo la muerte, tal como se conoció en la persona de Jesús
de Nazareth.
Aún así las
analogías racionales de la fe han intentado hacer explicaciones de lo histórico
a través de trilogías. Por ejemplo, las más corrientes y antiguas, el sol para
decir que es el Padre, su luz que es el Hijo y el calor para hablar del
Espíritu Santo. También la fuente, el río y el mar; el pensamiento, la palabra
y el aliento o el oxígeno con el que se pronuncia la palabra que es el Espíritu
Santo. Es muy sugestiva también la imagen del sol (el Padre) que no puede ser
visto directamente pero que se puede ver solo desde su proyección en el agua (el
Hijo) y sentir el destello que sale del agua para referirse al Espíritu. Pero
por ser estas analogía tan imperfectas solo nos queda ir a lo que vemos en las
Sagradas Escrituras, a la realidad histórica del misterio trinitario, que
insisto es un misterio de amor y solo se conoce desde el amor.
Por tanto, más
que esforzarnos en explicar el misterio trinitario desde el mundo, es mil veces
mejor explicar el mundo desde la Trinidad. Dios ha amado el mundo y tenemos que
contemplar su amor hacia al mundo. Esto nos llevaría a afirmar que: como sea tu idea de Dios así será tu idea
del mundo y de los demás con respecto a Dios. Si Dios es simplemente Dios,
de modo monolítico, el único sin nadie, el único sin diversidad, el uno sin lo
múltiple, pues la visión de la vida y de los demás estará marcada por la idea
del pensamiento único, dogmatista, monolítico, exclusivita
impositivo, absolutista y antidemocrático. Si tu idea de Dios es
Dios que vive en sí mismo una relación en la diversidad de tres personas,
Padre, Hijo y Espíritu, pues la visión del mundo, será la del respeto a la diversidad y tolerancia hacia el otro, aunque no comparta sus
ideas, de donación al prójimo porque en el otro es que yo puedo amar, aunque no
comparta sus ideas, de una persona que dialoga, comprende, de auténtica visión
democrática de la sociedad y sabe vivir la unidad en la diversidad. Concluyo
por tanto citando a San Agustín, si
quieres saber qué es la Trinidad contempla el amor y si llegas a ver el amor
ves la Trinidad.
Padre Alberto Márquez.
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