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Meditaba en la
mañana sobre el Evangelio del día de hoy y algo me impulsaba a escribir lo que
mi corazón respondía a la Palabra.
"En
aquella misma hora Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó:
“¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido
estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente
sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha
entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es
el Padre, sino el Hijo y aquel
a quien el Hijo se lo quiera revelar”
Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”. Lucas 10, 21 - 24
Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”. Lucas 10, 21 - 24
Jesús alababa a Dios,
con un gran gozo y la alegría que manifiesta por ser revelado a la gente
sencilla.
Jesús quiere acercarse
a cada uno de nosotros pero muchas veces los caminos que tomamos nos alejan de
Él. Reflexionaba sobre lo experimentado en este año 2014. Había sido bendecida
con muchas cosas y este año en especial pude darme cuenta de lo que en realidad
significa la Caridad.
Caridad no es
para mí aportar un dinero o un bien material aunque ese bien satisfaga alguna
necesidad corporal. Ya lo había estado haciendo por mucho tiempo y creo que
solo me liberaba de la culpa del diezmo o del ser solidaria. Comenzaba mi proceder a parecerme al de estrellas de cine y empresarios que en algún momento de sus vidas por
filantropía depositan cantidades de dinero en una fundación o una ONG.
He aprendido que
la mayor caridad que puedes ofrecer, la que en realidad llena de gozo y en la
que sales recibiendo un montón, es ofrecer parte de tu tiempo a dar un consuelo, un abrazo
, una sonrisa a alguien que lo espera desde hace tiempo .Es llegar a ser el
Cristo que muchos esperan , es ver el
rostro de Cristo sufriente en el otro y volcar todo tu amor en tratar de ofrecer un alivio. Esta es para mí la verdadera Caridad.
Y el Evangelio de
hoy me llevó a esto. Es a través de la
oración y de esa íntima amistad con Dios Padre que puedo ver a través de los ojos de Cristo y puedo llevar
el amor depositado en mí a los que más lo necesitan.
No digo que sea
fácil, pero qué ha sido fácil últimamente. Trato de no quejarme y pensar más
bien que Dios Padre sale a mi encuentro de una manera especial cuando permite
lo que permite. Su amor es rico en
Misericordia.
“Aunque camine por lúgubres cañadas, ningún mal
temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu bastón me defienden. Sal 23, 4
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