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Cuando la oscuridad aparece en nuestra Travesía y pasan los días, semanas y meses, y aún no aparece esa luz que buscas, que anhelas encontrar, sumido en el dolor, sin fuerzas, totalmente destruído, te sientes arrinconado, sin darle sentido al día a día, abandonado y olvidado.
Cuando luego comienzas a sentirte sostenido solo por la esperanza, por aquellos que te aman, te animan, te consuelan, sostenidos por todo aquello que ha puesto Dios a tu alcance en el momento de la prueba para tu crecimiento.
Cuando has comprendido y hecho realidad cada una de las palabras del Padrenuestro.
Cuando tu dolor has logrado aceptarlo y amarlo, es entonces cuando la piedra de tu sepulcro es retirada y una luz resplandeciente inunda tu corazón y comienzas a sanar. De pronto han movido la piedra de tu sepulcro.
Tus heridas ya no sangran, tus lágrimas ya no son de tristeza o dolor.
Tu corazón palpita de gozo, la luz penetra por cada poro de tu piel, una fuerza te empuja y de rodillas das gracias a Dios por tender Su Mano hacia ti y levantarte.
¡Has vuelto a vivir, estás dispuesto a ser feliz! Has salido de tu tumba.
¡Aleluya, Aleluya Jesús ha resucitado !