jueves, 21 de abril de 2016

Mis Cicatrices

mariauxivi.blogspot.com

Hay cicatrices que llevamos en nuestro cuerpo, que nos muestran lo vulnerable que somos, y  nos recuerdan momentos específicos de nuestra existencia.

Hay cicatrices que otros pueden ver, cicatrices que solo en la intimidad se pueden ver y  que el tiempo ha suavizado.

Tengo cicatrices en mi cuerpo y a estas alturas de la vida en la que ya no soy una jovencita pero tampoco soy una anciana, diría que estoy en la edad perfecta, ni verde ni muy madura, estoy en “su punto” je, je, algo elevada el autoestima, no creen?  he aprendido a ver mis cicatrices con un amor especial. Cada una tiene un significado y un momento en el tiempo.

La cicatriz de la barbilla, producto de la alegría de jugar con mis muñecas, casi imperceptible por el tiempo transcurrido, no conozco exactamente el episodio de su aparición, pero me decían que corría con una muñeca tal vez de porcelana y un tropezón me hizo caer y uno de los trozos de mi muñeca se incrustó en mi barbilla. Nadie me ha confirmado esta historia, pero en mi memoria algo así revolotea.

Mis cicatrices mas amadas y queridas, son dos que con el tiempo se han hecho más notorias, antes ni las recordaba, no eran tan perceptibles ahora paso mi mano sobre ellas acariciándolas, son las cicatrices de mis dos cesáreas, producto de mi maternidad, mis dos hermosos hijos los tuve en mi vientre, que hermoso regalo de Dios. No los tengo a mi lado ahora, pero estas hermosas marcas en mi cuerpo me recuerdan que di vida con la Gracia de Dios y que esas vidas darán vida a su vez si el Señor lo permite.

Cuando ya me acerco a los años en que llegan el tiempo del sosiego, la paz, la cosecha  miro mis cicatrices con un amor especial, le doy gracias a Dios por ellas pues no las recuerdo con dolor, sino con nostalgia. Viví y no me di cuenta.

Hay cicatrices producto de alguna cirugía como consecuencia de una enfermedad, allí están en mi cuerpo recordándome, que alguna vez alguien me cuidó y veló por mi salud.

Hay cicatrices que se encuentran en el alma y muchas de ellas todavía no sanan, cicatrices vivas que no son acariciadas, cicatrices sobre cicatrices, son las más difíciles de llevar. Solo Dios puede ayudarnos a hacerlo, solo su amor y Misericordia puede sostenernos en el dolor que nos producen y que de vez en cuando me recuerdan que mi capacidad de amar ha crecido en dimensiones que no creía poseer y que no siempre ese amor será correspondido en la misma medida. Es nuestra condición humana y Cristo nos indica que damos  y nos entregamos sin esperar nada a cambio, pero qué difícil es.



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