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Han pasado tres semanas del Adviento, y que
difícil ha sido para mí estar en sintonía con este tiempo litúrgico.
Indudablemente que la actividad con mis alumnos me ayudaba mucho a vivir paso a
paso el calendario litúrgico.
No quería que
terminara el año 2013 con la entrada anterior, así que haciendo caso a lo que
se me susurra al oído me siento a escribir. Hoy el cuello me duele, el stress
se está viendo reflejado allí. He hecho
un esfuerzo grande por asistir a las dos misas de Aguinaldo que se han celebrado
en la parroquia más cercana a casa,
quiero tener el corazón dispuesto para la Navidad, pero las circunstancias
hacen todo tan difícil. Sin embargo, me
han hecho bien, me he sentido acompañando a la Virgen María en sus últimos días
de gestación.
Quisiera dar más
de mí en cierto sentido práctico, pero pareciera que me quieren sentar y
ponerme a pensar y reflexionar. Quiero ver la luz de Cristo, la luz de Cristo
en los demás, siento que he perdonado y
el sosiego comienza a llenar mi corazón, solo Dios puede sanarlo y deseo que su
luz lo llene por completo.
Pero realizando
buenas obras no siento que lo conseguiré, he tenido una idea para llevar el
mensaje cristiano del Nacimiento de Jesús, me estoy preparando y espero tener
la valentía de realizarlo. Algo parecido me sucedió el año pasado y creo que
vamos por el mismo camino.
La noche oscura
está allí; pero también la luz, luz sanadora, brillante y envolvente que me
empuja, me atrae hacia ella.
Será una Navidad
distinta, otro lugar, otra cultura, otros amigos, lo más importante es que estemos
donde estemos y con quien estemos, celebraremos el Nacimiento de Jesús. Dios
nos ha encomendado esta tarea, nuestro testimonio cristiano lo presentaremos a
quienes nos encontremos y esa noche de Navidad miraremos al cielo y ese cielo
será el mismo para todos.
Han ido
apareciendo los conocidos, bueno en realidad también me he dejado ver, pues
huía despavorida antes de recibir un desaire posible. Nos han brindado palabras
de aliento, otros solo saludan, no comentan ni preguntan.
Quisiera hablar
de mi país y de lo que me ha hecho, pero no es el momento. Hoy fue un día
terrible y me disgusté muchísimo y lo dejé saber. Todos estamos cambiando y no nos damos
cuenta, la injusticia la aceptamos, el
atropello, la viveza todo esto lo veo cada día mas y mas. Somos egoístas y muchas
veces no nos damos cuenta que quien está a nuestro lado es a quien le debemos
consideración.
Para tratar de
vivir el Adviento me he valido de muchos medios y la comunidad virtual de
Extensión Contemplativa Internacional me ha presentado las Antífonas OH. Les
invito a recitarlas, se rezan en la Liturgia de las horas durante estos últimos
7 días antes de Navidad.
El retiro virtual
de Adviento me está ayudando a prepararme y aunque me cuesta sentarme y leer a
través de un monitor, lo hago. Leía en el material del retiro que “la libertad
máxima consiste en descansar en Dios tanto en el sufrimiento como en la alegría”
y los dos los experimento día a día. Una buena noticia me levanta el ánimo, pero
ésta no siempre llega sola, la acompaña un acontecimiento, una circunstancia,
una noticia de enfermedad, injusticia, persecución y maldad.
“Descansar en
Dios”, entregarlo todo, donarlo todo, ofrecer ese sufrimiento… como alivia. No
se me ha hecho fácil ofrecer el dolor, pues él mismo me impide hacer un gesto
de dar, pero es posible y lo he logrado.
Termina el
Adviento, y con toda la intención de prepararme, siento que no estoy de todo
lista, confío en que dé el paso definitivo para vivir una Feliz Navidad.
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