© Carlos Navea |
Me preguntaba estos días ¿por qué
tantos cambios? Por qué esta sensación?
Poco a poco he
ido descubriendo lo que estaba sucediendo. Todos pasamos por diferentes
situaciones en nuestras vidas y si vivimos en la presencia de Dios muchas
circunstancias se convierten en camino de purificación. Para algunos el
sufrimiento de sobrellevar una penosa enfermedad y su dolor a cuestas será el
camino a emprender. Para otros el dolor no es físico, es del alma, del
espíritu.
Hace unas semanas esa
sensación extraña pudo más que yo, pero un buen amigo del ciberespacio salió en
mi ayuda. Sus palabras alentadoras y su llamada de atención oportuna, me
hicieron reaccionar. Si estoy entregada a la voluntad de Dios ¿a qué le temo?
Él será el que guíe mis pasos.
A veces andamos
tan entretenidos que no logramos escuchar a Dios y halamos la cuerda en otro
sentido. ¿Cómo nos puede indicar Dios Padre cuándo lo que hacemos no es lo que
Él nos pide? pues con la falta de serenidad y gozo al hacer lo que hacemos.
Me torturaba pensando
y pensando día tras día: " esto
lo estás haciendo por necedad, recapacita"; me decía a mí
misma.
Una conversación con
un sacerdote me abrió los ojos; de pronto entró la luz y comencé a llenarme de
serenidad, de comprensión, comencé a escuchar a Dios nuevamente. Escuchar lo
que me decía, no lo que yo quería escuchar. Entendí lo que sentía y el rechazo
al cual era invitada a realizar y del cual me negaba a aceptar.
¿Por qué a veces nos
enredamos tanto haciendo lo que creemos nos conviene y no escuchamos la voz de
Dios?
Días después, el
material de estudio en el grupo virtual también me ayudaba a aclarar esas dudas
que rondaban. Conversábamos sobre el rosario como oración contemplativa y
manifestaba allí lo que me había ocurrido con éste. Indicaba que cuando caminaba en las mañanas, el rosario acompañaba
esos pasos y la velocidad de la marcha acompañaba también la velocidad con la
que lo recitaba. Rezaba los 5 misterios en 20 minutos, cuando lo finalizaba ya
sabía el tiempo de la caminata. Luego cuando comencé a trabajar fui dejando el
rosario, me limitaba a rezar uno o dos misterios mientras me dirigía a la
Eucaristía diaria. Ha sido difícil tomarlo nuevamente ahora que ya no trabajo
fuera de casa, pero en muchas ocasiones me he descubierto rezando Avemarías una
detrás de otras al realizar cualquier actividad y me ha quedado como costumbre
al sentarme frente al volante del carro comenzar a rezar el rosario, nunca lo
termino; pero mientras conduzco generalmente estoy rezando Avemarías (cuando
estoy sola) Se que la Virgen Santísima me acompaña y pareciera que me dijera
aquí estoy, dime algo. Así lo siento.
La
moderadora del grupo, muy sabiamente me explicó que el rosario se había
convertido en mi oración activa ya que el Ave María se recitaba a sí misma en
mi interior. Lo comprendí mejor, dejé de sentirme culpable.
Al escuchar esta semana una homilía
por televisión en la misa diaria transmitida por EWTN, entendí como Dios me
hablaba.
No hay duda entonces,
nuestra disposición a establecer una relación más íntima con Dios solo depende
de nosotros, pues Dios Padre nos espera desde hace rato.
"Cuando los
frutos del Espíritu se desbordan en nuestra vida diaria, experimentamos la
plenitud real de la vida cristiana" PTK
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