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Nuevamente
las noticias en Venezuela nos llevan a levantar nuestra protesta ante la
violación de los derechos humanos. Los ciudadanos vemos como día a día nuestras libertades son
cercenadas una y otra vez. Como
católica y estudiante de una escuela de Doctrina Social de la Iglesia en el tercer Milenio, levanto mi
voz y protesto ante la violación a la dignidad y el derecho a la vida de
nuestros presos políticos. Es mi humilde aporte desde esta tribuna y para no sentirme cómplice del silencio que muchas veces esconde verdades y no viene de Dios.
Recordando que no hace muchos meses atrás, en los
calabozos de la Comandancia de la Policía de Carabobo sucedió un hecho que ha
quedado en el olvido. Estos hechos deben llevarnos a reflexionar sobre nuestra
participación como cristianos, debe iluminar nuestra conciencia y hacernos
reaccionar, levantar nuestra voz, hacer valer la dignidad que como hijos de
Dios poseemos.
A las
familias de todos los afectados en los calabozos del helicoide, mi respeto y
solidaridad, y les recuerdo que hay un Dios que todo lo ve y su sufrimiento tendrá
una recompensa pero mientras tanto hay que luchar por un trato digno, respetuoso y justo de todos
los presos políticos.
Si uno goza de riquezas en este mundo y cierra su
corazón cuando ve a su hermano en apuros, ¿cómo puede permanecer en él el amor
de Dios?1 Jn 3,17
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