Esta Navidad ha sido algo
diferente para la familia, previo a ésta, las actividades del grado
universitario de la hija, me mantuvieron bastante ocupada. La situación del
país y los últimos acontecimientos ocurridos en muchas empresas venezolanas me
afectaron enormemente. Mi preparación
para la Navidad a duras penas pude realizarla, aunque el esfuerzo por vivirla
era constante.
Me propuse realizar algo especial
para el 24 de Diciembre, día en que estaríamos viajando. Se me ocurrió preparar
unos Niños Jesús, como los de la Navidad pasada que realizamos con los niños de
la familia. Pero en esta oportunidad los haría yo y los entregaría a las
personas deseándoles una Feliz Navidad. Así que entre un día y otro preparé mis
niñitos y les coloqué una tarjeta con un mensaje especial, recordando que la
celebración de la Navidad es en realidad el nacimiento del Hijo de Dios. No
tengo en este momento la cita bíblica que utilicé y el modelo de la tarjeta
quedó en mi computadora de escritorio en Venezuela. Esto me pasa por no usar los
métodos de archivos en la web.
Pues bien, pude realizar 6 niños
Jesús, no sabía a quien los entregaría, mi corazón me lo indicaría. Los coloqué en una bolsa y los tendría a la mano.
1ra entrega: bien
temprano en la mañana eran las 5 am, el destinatario, una joven con cara de pocos amigos, la asistente en despacho
de vuelo de la línea aérea en la que nos embarcaríamos. Luego de que nos
entregó los boletos y pasaportes me despedí de ella con un ¡muchas gracias,
feliz navidad!, saqué de la bolsa el primer Niño Jesús y su rostro cambió por
completo, una hermosa sonrisa fue su regalo para Él y un ¡qué bello! ¡Feliz
Navidad! Va uno me dije, lo podré
hacer.
2da entrega: no sabía a
qué velocidad debía entregar mi obsequio; eran 6 y debía calcular ir dejando
uno a lo largo del viaje, tendríamos una escala y debía incluirla. Siguiendo un impulso el segundo Niño Jesús fue
en tierras venezolanas, luego de haber chequeado nuestros pasaportes hice entrega con un ¡Feliz Navidad! a la funcionaria de Inmigración, su respuesta
me lleno de gozo, ¡Bendito sea Dios! me dijo ,Feliz Navidad le repetí. Gracias
Señor van dos.
3ra entrega: ya estaba
preparaba, la entrega de los obsequios me resultaba natural, los hijos se
sonreían con lo que hacía, no les había comentado en casa cual era mi propósito,
ni a ellos ni a mi esposo. Desembarcábamos en la primera escala, dejaría un
obsequio, ¿pero a quién? Ya saliendo en la puerta del avión, un joven parado,
saludaba a los pasajeros mientras la sobrecargo ofrecía unos caramelos, tomé
uno y con la otra mano le ofrecí el Niñito Jesús, al piloto o copiloto, en
realidad no sé, era alguien de la Tripulación, ¡oh, muchas gracias! me respondió
con un marcado acento luego de mi ¡Feliz Navidad! Van tres, me faltan tres. Que emoción ir
dejando un mensaje de que pronto será Navidad y celebramos el nacimiento del
Salvador.
4ta entrega: creo que me
sobrarán, me dije. Indícame Señor a quien te entrego, me preguntaba. Esta cuarta
entrega fue para la persona de inmigración en esa primera escala. Se
sorprendió, era casi Navidad y alguien le entregaba un obsequio. Me dio las
gracias. Me pregunto qué pensarían los pasajeros que estaban detrás de
nosotros. En algunas entregas todo era muy rápido y como el Niño Jesús estaba
envuelto en celofán, se confundía con algún obsequio de caramelos.
5ta entrega: este Niño Jesús
fue a las manos de una de las aeromozas del último vuelo, Feliz Navidad, esto
es para usted, le dije, agradecida me dijo, ¡Feliz Navidad!
6ta entrega: dude un poco
de entregarlo aquí pues la seriedad de la persona me intimidaba; y era
funcionaria de inmigración; así que me arme de valor y luego de haber concluido
nuestro trámites migratorios, le hice entrega del obsequio deseándole Feliz
Navidad. Lo recibió, me dio las gracias y un Feliz Navidad.
Agradecí a Dios Padre por
permitirme ser su instrumento y permitirnos estar juntos en familia en estas
semanas. En casa habían quedado otros obsequios para la Iglesia, que por falta
de tiempo no pude hacer llegar. Pero este gesto que no sé de donde salió me
reconciliaba conmigo misma, evangelizando en Adviento. Preparándome para
recibir al Rey de Reyes. No me imaginaba que Papá Dios tenía preparada otra
tarea para mí.
Con esta entrada finalizo el 2013, año sumamente duro para
mi familia, continuamos viviendo un día a la vez, entregados a la voluntad de
Dios pues Él sabe lo que es mejor para nosotros.
Que tengan todos un Feliz y Santo 2014.