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Hoy he recibido
con mucho gozo la certeza de que estoy en el camino que Dios Padre quiere para
mí. Todo se ha ido enlazando de una forma misteriosa y sutil. Iniciaba mi
formación espiritual del año 2015 asistiendo y oyendo las charlas de un
sacerdote de la Arquidiócesis, rector del Seminario el Padre Alfredo Fermín.
Hoy al inicio de una meditación nos indicaban que había que recuperar el
encanto, el amor, el enamoramiento a Dios. Pensaba interiormente: así debo
sentirme para poder hablarle a mis alumnos de Dios.
Practico la
Oración Centrante desde hace más de 6 años y en esta comunidad contemplativa
comencé a tener una relación más íntima con Dios. Allí comenzó mi Kairós, y por
pequeños momentos he sido bendecida con esa presencia de Dios palpable por los sentidos,
en muy pocas oportunidades.
He llegado a la
conclusión que Dios Padre nos va moldeando para que ante las adversidades de la
vida nos comportemos como criaturas nuevas. Es nuestra transformación en Cristo
como nos dice San Pablo. Gál 20,2 y si practicamos la Oración Centrante
recordemos como propósito de ésta nuestra transformación divina a través de su
práctica.
Quiero entregarles
algo que guardé por más de un año esperando el momento apropiado para
publicarlo. Sólo sacaré a la luz fragmentos pues ya le di punto final al asunto
y solo el tiempo limará alguna aspereza que de vez en cuando mi falso yo lo saca
a relucir.
Fue una situación
muy dolorosa de la cual he logrado salir poco a poco, sanando heridas, conversando,
reflexionando, perdonando y olvidando. Situación permitida por Dios para mi crecimiento,
fortaleza de espíritu y aumento de la Fe, no pretendo ser poco humilde pero
para que puedan entenderlo quiero expresarlo así.
En ese momento
quise escribirlo y enviarlo a dos personas que me escucharon y virtualmente me
acompañaron en la noche oscura en la cual fui sumergida y cómo experimenté en
carne propia lo que significa verdaderamente entregarse a la voluntad de Dios
porque tus fuerzas se agotaron y estás totalmente derrumbada.
“Hace unas noches, cuando a las 2 am desperté
con la opresión en el pecho y el dolor en el estómago por la ansiedad,
entregada a la voluntad de Dios con las pocas fuerzas que sentía, comencé a
realizar la Oración de Bienvenida* ayudada con el audio que nos enviaron en su
oportunidad. Una y otra vez comenzaba,
ya sin la ayuda de audio. Horas después cuando entre despierta y dormida y
adolorida y cansada, comenzaba nuevamente a sumergirme en el dolor ubicado en
mi pecho, algo sucedió, todo se concentró y salió, Bienvenido, Bienvenido
repetía y al mismo tiempo por un instante una paz me inundaba y no sentía más
opresión. Comenzaba nuevamente, al
volver a sentir la opresión y volvía la paz, así ocurrió varias veces, una y
otra vez hasta que al amanecer quedé
dormida por pocos minutos.”
Nunca había
experimentado la presencia de Dios de esta forma tan sensible, entiendo que esa paz que sentía no era mas que su presencia, era una sensación de tanquilidad como si flotaras, sentirte que nada te podía ocurrir que estabas en los brazos amorosos de alguien que te protegía, vivir el gozo de que tanto me hablaban en el discernimiento, lo había podido sentir en una intensidad nunca antes experimentada fue un regalo
muy, muy preciado para mí y que constituyó el inicio de pequeños pasos por el
camino donde me dejaba conducir por el Señor para salir de las profundidades donde me encontraba. Hace más de un año que esos pasos que fueron bocanadas de oxígeno y luz para mi espíritu, me
han llevado a comprender lo que es la inhabitación Divina. Si alguien me ama cumplirá mi palabra, mi Padre lo amará, vendremos a
él y habitaremos en él. Jn 14,23.
Y al mismo tiempo
ahora comprendo verdaderamente lo que es entregarse a la Voluntad de Dios, no
de palabra sino verdaderamente, total y libremente. En mi oración aparecía un Señor que se haga
tu voluntad y recordaba cuantos Padrenuestros había rezado y cuantos…hágase tu voluntad en la Tierra como en el
cielo… había pronunciado sin hacerlo de corazón, no había entendido
verdaderamente lo que era esa entrega.
Así me encuentro en estos momentos, entregada a su voluntad, sirviéndole como me lo ha pedido, habiendo vivido al lado del Cristo sufriente que me mostró y tratando de que mi testimonio de vida en Cristo sea coherente, valiente, tolerante, alegre y lleno de esperanza.
“La
acción divina, aunque solo es visible con los ojos de la fe, está en todas
partes y siempre
presente…
no hay un solo momento en que Dios no se presente El mismo bajo el amparo de
una
pena
que debe ser soportada, o alguna consolación que debe ser disfrutada o algún
deber que debe
ser
cumplido. Todo lo que tiene lugar dentro, alrededor y a través de nosotros,
contiene y oculta
Su
acción divina.”
Jean-Pierre DeCaussade, Abandono a la Divina Providencia.
*Para los que no
conocen la oración de Bienvenida, es una oración de consentimiento que nos
capacita para consentir la presencia y acción de Dios en y a través de las
experiencias de la vida diaria. Puedes visitar este enlace para conocer un poco
más sobre la Oración de Bienvenida.
Auxiliadora, me has dejado sin palabras y lleno de emoción al leer lo que te sucedió aquella madrugada, Que Dios te bendiga amiga. Un gran abrazo.
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