Norman Rockwell |
Los textos
bíblicos del día de hoy sugieren reflexionar sobre el tipo de justicia divina
que se puede vivir en el seno de una comunidad o sociedad. La justicia de Dios
no es vengativa sino transformadora y atrayente; desde luego profética, siempre
hay algo que denunciar, sea para corregir o salvaguardar.
Ya la primera lectura
sugiere la idea de lo que debe ser un profeta delante de su pueblo: en este
caso Ezequiel desarrolla su profetismo en la deportación de Israel a Babilonia.
El texto habla de Ezequiel como un centinela, no en cuanto está parado encima
de la torre o de una muralla de la ciudad de entonces sino que está dentro de
la vida del pueblo, en sus actividades cotidianas y debe por tanto cuidar de lo
que sucedía durante esa deportación: injusticias, robos, idolatría,
prostitución y demás males sociales. Si la función del profeta es la de ser
“boca de Dios”, su misión consiste en estar atento a los signos de los tiempos
para interpretar en ellos la voluntad de Dios. En el profeta gravita la
responsabilidad del mensaje de Dios sobre la comunidad, por ello sentencia el
oráculo del texto de Ezequiel: “si yo digo al malvado: ¡Malvado, eres reo de
muerte!, y tú no hablas poniendo en guardia al malvado para que cambie de
conducta, el malvado morirá por tu culpa, pero a ti te pediré cuenta” (Ez 33,
8). Es decir, la lucha por la justicia es una cuestión de vida o muerte, no se
puede hacer como dice el dicho popular “un tiro para el gobierno y un tiro para
la revolución”. Si se es franco se habrá cumplido la misión profética aunque no
se acepte sus correcciones, pero la responsabilidad profética de la denuncia
ante el mal del mundo debe ser salvada. Sin embargo el interés del profeta no
es la de hacer una especie de consejo diplomático y genérico o como se dice dar
consejos píos, sino lograr que las vidas se transformen, es decir el mensaje de
salvación tiene que ver con las cosas prácticas de la historia.
Es por ello que
los profetas se sentían en la obligación de hacer leer siempre la ley de
Dios. Es así como fueron desarrollando
texto legislativos en torno a la escucha del mensaje en la sinagoga durante el
culto, hasta llegaron a entender que la morada de Dios estaba en la torá o la
ley.
Pero Jesús
enseña algo nuevo, ya no es un texto legislativo como para guiar la vida de un
pueblo o de una comunidad con la que habla Jesús sino su presencia, él dice:
“donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy allí en medio de ellos”
(Mt 18, 20). La presencia de Jesús en la comunidad de la que habla ya no es una
presencia legislativa de textos, sino una presencia personal, viva y amorosa.
Esa es la razón por la cual Jesús no quiere que en la comunidad nadie se
pierda, su justicia es la remisión del que peca o yerra, no su condenación. Por
eso en el texto de Mateo sentencia: “Si su justicia no es superior a la de los
doctores de la ley y de los profetas, no entrarán en el reino de los cielos”
(Mt 5,20). En este sentido su programa de justicia es hacer todo lo posible
para ganar a un hermano y no el ojo por ojo o el diente por diente.
El consentir la
presencia amorosa de Jesús lleva desde el punto de vista práctico a vivir no
solo la armonía sino asumir la posibilidad de un conflicto comunitario como
campo para ganar al hermano en la corrección fraterna. Nuestras comunidades son
ámbitos humanos imperfectos y no siempre asumimos los errores del que yerra de
modo adecuado, se excluye de buenas a primeras sin dar espacio para la
experiencia de Jesús como el que perdona y reconcilia. Es en la reconciliación
donde se testimonia que Jesús está vivo y la diversidad es prueba de
posibilidad de su presencia. En este sentido un conflicto es positivo si da
espacio para el reencuentro y la aceptación. Es por ello que en el texto de
Mateo aparecen las posibilidades de solución para ganar siempre un hermano a la
fraternidad en medio del conflicto (Cf. Mt 18, 15-17).
Pbro Alberto Márquez.
albertoarqui@hotmail.com
La Ley de Dios no es humana sino Divina, por eso a veces nos cuesta entender y asimilar, ya que su justicia está contemplada completamente desde el amor puro. Gracias de corazón Auxiliadora por ofrecernos algo tan grande. Un abrazo y buen fin de semana amiga.
ResponderEliminarHola de nuevo Mª Auxiliadora, vengo a saludarte, y a decirte que en el blog de la Tertulia he puesto algo sobre la Basílica de Mª Auxiliadora, por lo que al llevar tú su nombre creo que te gustará. Un fuerte abrazo y buen fin de semana amiga.
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