domingo, 30 de marzo de 2014

Reflexión del Evangelio de San Juan 9,1-41 IV Domingo de Cuaresma

Padre Marko Iván Rupnik.
Para mi es muy importante lograr hacer vivo el Evangelio. Es por eso que les coloco a continuación la reflexión que hace el Padre Alberto Márquez sobre el Evangelio de este Domingo. Es una reflexión a partir de la realidad venezolana. Es lo Cristo a través de sus palabras nos quiere decir en estos tiempos de tormenta. Sigamos la Luz, la Luz de Cristo.

El pasaje del Evangelio de San Juan del día de hoy gira en torno al milagro del ciego del nacimiento. El Evangelio de San Juan fue escrito en el contexto de una comunidad cristiana que al seguir a Jesús vive la hostilidad y la exclusión social del momento. En la figura del ciego del nacimiento y que después fue curado por Jesús, están presente todos aquellos discípulos del Señor que por querer anunciar lo que habían visto con sus propios ojos ahora eran perseguidos, incluso excluidos de las sinagogas. El mundo de los cristianos del primer siglo fue muy duro, recibieron todo tipo de improperios, insultos, de ser juzgados por las autoridades tanto judías como las romanas. Mientras tanto oraban reconociendo a Jesús el Galileo como el Salvador, es decir el Señor. La expresión final del ciego de nacimiento al ponerse de rodillas delante de Jesús y confesarlo como Señor, refleja el testimonio de una iglesia que no se apartaba de la oración y adoración al Señor.

El ciego de nacimiento era símbolo de todos aquellos que buscaban ser discípulos del Señor y que reconocían que su vida pasada era una ceguera espiritual aunque vieran físicamente. El barro era símbolo de todo aquello que tenían ante sus ojos y que le impedían ver pero que lavados en el agua del bautismo ahora los discípulos veían de manera distinta. Si la naturaleza humana y pecadora está simbolizada en el barro, ahora en el agua viva, es decir en Cristo, superamos todo cliché humano que nos identifique con el pecado, incluso la segregación religiosa que también es un pecado. Por algo Jesús al final del texto les dice en el diálogo con los fariseos “si estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, el pecado de Uds. persiste”. Los fariseos creen conocer a Dios, pero encerrados en instituciones que alienan y marginan, se cierran a la acción de Dios.  Por eso se vuelven ciegos de ceguera tal que la misma acción de Jesús y el testimonio de sus discípulos no logran removerla. Eran por tanto más ciego los fariseos que aquel ciego de nacimiento, por algo Jesús sentenció “ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios”.

Así como el mundo de San Juan era un mundo de cegueras, por la persecución, opresión y marginación, del mismo modo el mundo de nuestro país es una realidad ciega. Lo impredecible del momento nos hace ver las cosas con cierta incertidumbre, pero aun así, dependiendo desde el lugar donde nos coloquemos vemos o no vemos la luz. Si nos colocamos desde lugar de Cristo veremos desde la trascendencia aquello que nos hace acercarnos a la paz más allá de cualquier solución técnica. Ver a Venezuela desde Cristo nos hace tener valentía, paz, seguridad en nuestras convicciones, incluso firmeza en nuestras objeciones de conciencia. Quien está de parte de Cristo rechaza la violencia, el asesinato, la injusticia, ama la vida, ama la libertad, respeta al que piensa distinto, sabe dialogar, no se impone y está siempre a perdonar. Como dice San pablo el día de hoy: “Caminen como hijos de la luz, (toda bondad, justicia y verdad son frutos de la luz) buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien poniéndolas en evidencia. Pues hasta ahora da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen escondidas”.

Pero debemos reconocer que la luz por la cual podemos ver viene de Cristo, no de nosotros. En este sentido desde nuestra fe cristiana debemos a estar atentos a no creer que ya vemos del todo por nosotros mismo, es decir, el criterio de la Verdad solo lo encontramos en Cristo más que en nuestras ideas. Es por ello que aun siendo muy religiosos pudiéramos estar ciegos, esa ceguera la podría relacionar con lo que habla el Papa Francisco, “mundanidad espiritual”, esta se parece a los de los fariseo del evangelio de hoy, el Papa describe este mundanismo religioso como “apariencia de religiosidad” en la que por una parte nos encerramos a nuestros propios razonamientos subjetivo y por otra parte están los que“sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantables fieles a ciertos católicos propios del pasado. Es una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el accesos a la gracia se gastan energías en controlar. En los dos casos, ni Jesucristo ni los demás interesa verdaderamente” (EG 94).


En consecuencia, si la urgencia de nuestros días es llevar a Cristo para que Él sea vida entre los venezolanos, no podemos excluir a nadie y dividir incluso por motivos religiosos. La paz está por encima de cualquier distingo incluso el religioso. 
P. Alberto Márquez

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