Padre Marko Iván Rupnik. |
Para mi es muy importante lograr hacer vivo el Evangelio. Es por eso que les coloco a continuación la reflexión que hace el Padre Alberto Márquez sobre el Evangelio de este Domingo. Es una reflexión a partir de la realidad venezolana. Es lo Cristo a través de sus palabras nos quiere decir en estos tiempos de tormenta. Sigamos la Luz, la Luz de Cristo.
El pasaje del
Evangelio de San Juan del día de hoy gira en torno al milagro del ciego del
nacimiento. El Evangelio de San Juan fue escrito en el contexto de una comunidad
cristiana que al seguir a Jesús vive la hostilidad y la exclusión social del
momento. En la figura del ciego del nacimiento y que después fue curado por
Jesús, están presente todos aquellos discípulos del Señor que por querer
anunciar lo que habían visto con sus propios ojos ahora eran perseguidos,
incluso excluidos de las sinagogas. El mundo de los cristianos del primer siglo
fue muy duro, recibieron todo tipo de improperios, insultos, de ser juzgados
por las autoridades tanto judías como las romanas. Mientras tanto oraban
reconociendo a Jesús el Galileo como el Salvador, es decir el Señor. La
expresión final del ciego de nacimiento al ponerse de rodillas delante de Jesús
y confesarlo como Señor, refleja el testimonio de una iglesia que no se
apartaba de la oración y adoración al Señor.
El ciego de
nacimiento era símbolo de todos aquellos que buscaban ser discípulos del Señor
y que reconocían que su vida pasada era una ceguera espiritual aunque vieran
físicamente. El barro era símbolo de todo aquello que tenían ante sus ojos y
que le impedían ver pero que lavados en el agua del bautismo ahora los
discípulos veían de manera distinta. Si la naturaleza humana y pecadora está
simbolizada en el barro, ahora en el agua viva, es decir en Cristo, superamos
todo cliché humano que nos identifique con el pecado, incluso la segregación
religiosa que también es un pecado. Por algo Jesús al final del texto les dice
en el diálogo con los fariseos “si
estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, el pecado de Uds.
persiste”. Los fariseos creen conocer a Dios, pero encerrados en
instituciones que alienan y marginan, se cierran a la acción de Dios. Por eso se vuelven ciegos de ceguera tal que
la misma acción de Jesús y el testimonio de sus discípulos no logran removerla.
Eran por tanto más ciego los fariseos que aquel ciego de nacimiento, por algo
Jesús sentenció “ni éste pecó ni sus
padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios”.
Así como el
mundo de San Juan era un mundo de cegueras, por la persecución, opresión y
marginación, del mismo modo el mundo de nuestro país es una realidad ciega. Lo
impredecible del momento nos hace ver las cosas con cierta incertidumbre, pero
aun así, dependiendo desde el lugar donde nos coloquemos vemos o no vemos la
luz. Si nos colocamos desde lugar de Cristo veremos desde la trascendencia
aquello que nos hace acercarnos a la paz más allá de cualquier solución
técnica. Ver a Venezuela desde Cristo nos hace tener valentía, paz, seguridad
en nuestras convicciones, incluso firmeza en nuestras objeciones de conciencia.
Quien está de parte de Cristo rechaza la violencia, el asesinato, la
injusticia, ama la vida, ama la libertad, respeta al que piensa distinto, sabe
dialogar, no se impone y está siempre a perdonar. Como dice San pablo el día de
hoy: “Caminen como hijos de la luz,
(toda bondad, justicia y verdad son frutos de la luz) buscando lo que agrada al
Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien
poniéndolas en evidencia. Pues hasta ahora da vergüenza mencionar las cosas que
ellos hacen escondidas”.
Pero debemos
reconocer que la luz por la cual
podemos ver viene de Cristo, no de
nosotros. En este sentido desde nuestra fe cristiana debemos a estar
atentos a no creer que ya vemos del todo por nosotros mismo, es decir, el
criterio de la Verdad solo lo encontramos en Cristo más que en nuestras ideas. Es
por ello que aun siendo muy religiosos pudiéramos estar ciegos, esa ceguera la
podría relacionar con lo que habla el Papa Francisco, “mundanidad espiritual”, esta se parece a los de los fariseo del evangelio
de hoy, el Papa describe este mundanismo religioso como “apariencia de religiosidad” en la que por una parte nos encerramos
a nuestros propios razonamientos subjetivo y por otra parte están los que“sólo confían en sus propias fuerzas y se
sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser
inquebrantables fieles a ciertos católicos propios del pasado. Es una supuesta
seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y
autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y
clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el accesos a la gracia se
gastan energías en controlar. En los dos casos, ni Jesucristo ni los demás
interesa verdaderamente” (EG 94).
En consecuencia,
si la urgencia de nuestros días es llevar a Cristo para que Él sea vida entre
los venezolanos, no podemos excluir a nadie y dividir incluso por motivos
religiosos. La paz está por encima de cualquier distingo incluso el religioso.
P. Alberto Márquez