Me veo muchas veces en la necesidad de
buscar un espacio de tiempo en el cual dedicar mi pensamiento y mi cuerpo a la
adoración Eucarística. En ocasiones se me hace imposible en la semana, y con
dolor no acudo a la cita, me conformo con disponer del tiempo de mi
oración diaria. Pero hace unas semanas
cuando me dispuse a realizar la adoración en una capillita pequeña de solo tres
bancas a cada lado, con el clima adecuado para el recogimiento, me ha sucedido
algo muy hermoso.
Llegué y estaba solo el lugar, comencé
entonces a disponerme a la oración. No habían transcurrido unos minutos cuando
la puerta deslizante se corrió y alguien entró, se dirigió a la custodia, sacó
unas llaves y abrió la pequeña puerta de vidrio que la resguarda, la persona se
volteó y me dijo: “ lo tendremos para
las dos solitas”. Allí estaba la custodia con mi rey de reyes frente a frente
para que yo me dirigiera a El sin obstáculos. Estuve allí cerca de una hora,
conversando y conversando, llenando mi alma del alimento que necesita, del amor
de mi Señor, de la esperanza, la Fe para continuar.
Estoy segura que si alguien pudiera ver mi
rostro luego de estar en adoración eucarística me preguntaría de donde vengo o
que me he hecho, pues si mi rostro refleja lo que hay en mi corazón no me haría
falta el maquillaje que uso a diario.
Quería contarles esto con anterioridad,
pero se me ha complicado un poco el ser bloguera, y visitando un blog amigo:
Siete en Familia, me ha recordado este episodio. Les invito también a visitarle
y leer lo que sobre la Adoración Eucarística ha escrito Angelo.
El Espíritu Santo se vale de todos los
blogueros para decirnos lo que a veces no logramos decir por olvido. Creo que
el despiste ganó esta vez. Aquí la restitución de mi olvido.
Con estas líneas quiero invitarlos a
realizar la adoración eucarística como propósito este Año de la Fe. No es
necesario que lleves una gran cantidad de oraciones y devociones para hacerla.
Te invito a sentarte, cerrar los ojos, aquietarte y cuando estés listo toma las Sagradas Escrituras y lee, puedes
comenzar con el evangelio del día. Con esto ya estarás celebrando el Año de la
Fe, acercándote a la Palabra de Dios para que tu Fe sea firme.
En el Nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén