lunes, 19 de septiembre de 2016

El Discípulo, obra teatral-musical

©presenciapastoral
Ya casi eran las últimas entradas que quedaban cuando llegaba al Departamento de Catequesis de la Arquidiócesis, gracias a Dios pude obtener las entradas para asistir a la inauguración del Jubileo de los Catequistas con la puesta en escena de un musical-teatral muy hermoso.“El Discípulo” obra musical – teatral, dirigida por el maestro Felix Ávila y presentada por la agrupación teatral fundación “Niños Cantores de la Victoria”. Nos preparamos para asistir a la hora convenida, y estuvimos gratamente sorprendidos a lo largo de toda la presentación. 

Dentro de la sencillez,  representación de los actores y la música presentada pudieron mis sentidos sentirse sensibilizados y en verdad me conmovieron varias representaciones.

Por momentos me vi claramente reflejada en el sufrimiento de Jesús en el Huerto de los Olivos, pensaba:” ahora entiendo lo que es unirse al sufrimiento de Jesús”, lo veía claramente y hablaba con Dios en ese momento y le decía: entiendo lo que me quieres mostrar, tenerlo presente, ofrecerlo, verdad? Recordaba aquella cita bíblica que tantas veces había escuchado en mis días de cusillista “Ahora me alegro de sufrir por ustedes, porque de esta manera voy completando en mi propio cuerpo, lo que falta a los sufrimientos de Cristo para bien de su cuerpo que es la Iglesia.” Col 1,24

Más adelante, la representación de la Virgen María me llamó a la reflexión, nuestra Madre del Cielo. Cuando el cuerpo de Jesús es colocado sobre su regazo allí me vi reflejada. Cuantos hemos sido consolados de esta manera, cuántos esperamos o anhelamos un consuelo, cuántos nos escondemos detrás de una fachada para no mostrar nuestro dolor. Dejarnos consolar y solicitar de nuestra Madre del cielo ese consuelo en nuestras angustias, en nuestras tragedias, en nuestro desamor. “aquí estoy querida hija" sentía en mi corazón esa escena que mis ojos lograban llevar a mi alma y consolarla.

©mariauxivi.blogspot.com
En verdad, hermosos momentos, conocidos, meditados muchas veces pero que en momentos de nuestra Travesía se convierten en vehículos de conversión, de fortaleza, esperanza y amor.