domingo, 25 de mayo de 2014

Reflexión del Evangelio del 6to Domingo de Pascua Jn 14,15 - 21


Según el monje cisterciense, P. Thomas Keating, el modo de relacionarnos con Dios se ha  comprendido desde dos modelos. Por un lado el modelo occidental y el modelo bíblico del Evangelio. El modelo occidental es aquel que considera mi relación con Dios pero “fuera de mi” o “Dios ahí”, es decir, algo así como lo expresado en el AT en el que Dios es distante y se relaciona con su pueblo a través de la Ley y el templo, y de su observancia dependía el favor de Dios, de allí la cantidad de sacrificios que se tenían que hacer para aplacar a Dios, la imagen de Dios es una concepción punitiva, castigadora. Es por ello que los actos exteriores terminan siendo más importante que los interiores, hasta el punto que Jesús tiene que sentenciar como críticas a esta forma religiosa diciendo: “El sábado fue hecho para el hombre y no el hombre para el sábado”. Algo de eso queda en ciertas costumbres religiosa occidental de nuestro tiempo, donde el esquema es el siguiente: yo inicio las obras buenas y Dios me tiene que recompensar.

En el modelo del evangelio: Dios es el que inicia la obra con la inspiración del Espíritu Santo. Esto es lo que enseña el evangelio de Juan del día de hoy: “yo rogaré al Padre y él les enviará otro consolador que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad” o como también expresa en este evangelio “uno que me ama hará caso de mi mensaje, mi Padre lo amará y los dos nos vendremos con él y viviremos con él”. Es decir, nuestra vivencia con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo se inicia no desde lo exterior sino en el interior, en la dinámica misma de la calidad amorosa de nuestras vidas, es decir la dinámica espiritual es “Dios en yo” y “yo en Dios”, es lo que llamaron los padres de la Iglesia de los primeros siglos “la inhabitación del misterio trinitario” en nosotros.

Pero tenemos que reconocer que esta forma de ver nuestra relación Dios no siempre fue así, aún en nuestra fe católica se  nos ha pegado la concepción de un “Dios fuera de mí” o un “Dios ahí fuera”. Keating habla de “actitudes hacia Dios” como actos piadosos externos (mortificaciones, ayunos…) pero cargado de orgullo o vanidad o lo que el Papa Francisco llama como mundanismo espiritual es decir, se relaciona “con el cuidado de la apariencia, no siempre se conecta pecados públicos, y por fuera todo parece correcto” “una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario” (EG,94), cuando el evangelio nos dice que debemos preocuparnos más de limpiar la copa por dentro y después por fuera. Una idea de Dios fuera de nosotros es ver a Dios como aquel que me debe recompensar por las obras meritoriamente piadosa pero sin preocuparme del amor a Dios y al prójimo, “sin preocupación por la inserción del Evangelio en el Pueblo fiel” (EG 97),  preocuparme más por el futuro eterno en Dios que vivir el presente, cuando es ocupación nuestra el presente. Como dice Keating “profesa los dogmas y observa los ritos externos de la religión católica, pero no practica el Evangelio. El Evangelio es una ida que hay que vivir, no un conjunto de observancias”.

Keating como muchos, habla de la ignorancia al Espíritu Santo: “Este olvido de la presencia y la acción del Espíritu Santo en nuestra vida no facilitó el camino espiritual. Los cristianos se sentían inclinados a concluir: ‘Dejaré el camino a los monjes y las monjas de vida contemplativa’. Y el corolario era; ‘Les escribiré una carta y les pediré que recen por mí’. Entonces podríamos sentirnos libres para dedicarnos a nuestros asuntos con tal de profesar el credo y cumplir las obligaciones rituales exigidas. Estábamos mal informados. Un cristiano bueno y fiel es el que vive el Evangelio en la vida cotidiana, no el que sólo lee acerca de él o trata de manipular a Dios para que satisfaga sus necesidades particulares”.

Con los modos en el que el evangelio Jesús expresa su presencia, bien sea porque vendrá a nosotros, bien porque dona su Espíritu o porque ÉL y el Padre están en nosotros, pues descubrimos que nuestra relación con Dios es dinámica, no estática, es libre, alegre, creativa, abierta en el amor al prójimo y apasionado por la justicia, la misma realidad humana se hace morada de Dios.


Jesús habla del “otro consolador”, es decir, nos habla de aquel que nos prepara para enfrentarnos ante un mundo hostil, que siempre es adverso con su mentira a la verdad del evangelio. Quien vive del Espíritu siente que todo lo transforma en luz, es apasionado por una verdad que quiere que sea amada; es la pasión del que se siente discípulo del evangelio.
Pbro. Alberto Márquez.

domingo, 18 de mayo de 2014

Un poco de caos en mi vida


Revisando las entradas en mi blog he notado que no escribo de mi travesía desde Semana Santa, y es que estas semanas no tienen principio ni fin, programo una cosa y resulta otra. Hago una lista de cosas por hacer y no sé donde la dejo, luego resulta que consigo papelitos de cosas por hacer por todos lados. ¿Cómo lo resuelvo? No haciendo más listas, me digo a mi misma. Decidí anotar todo en mi agenda que es más fácil de conseguir por su tamaño.

Tenía toda una programación para realizar estas dos semanas y he caído en cama con un fuerte resfriado que me ha confirmado la necesidad de una cirugía que no he querido realizarme. En fin el tener que respirar oralmente me ha puesto de mal humor. Para contrarrestarlo he tomado varios libros y material de lectura para trabajar sobre un tema en especial en mi lecho de enferma. Ahora para contribuir con el caos he dejado todo a un lado y me he puesto a escribir esta entrada. El stress, la pensadera, como dice una amiga, me tienen en una desorganización total.

Me despido de mi país por un tiempo, había comenzado a despedirme de amigos, organizar closets en casa, donar lo que no uso desde hacía tiempo, escoger los  libros que me llevaría,¿ qué dejo para llevarlo en otro momento?¿Qué necesitaré, que apostolado me pide el Señor, podré trabajar?  en fin son tantas cosas por resolver. Por lo pronto decidí ir colocando en una maletita todo lo que por momentos llega a mi mente que debo llevar: las medicinas es una de ellas, los documentos legales, al igual que mis libros favoritos, ya los he leído pero me gusta releerlos siempre me dicen algo diferente, material para mis manualidades, mis pen drives con los archivos que no he podido subir a Drive. En fin no son muchas y no pueden serlo pues hay un límite y siempre me digo “ligera de equipaje, querida, en la sencillez y la humildad te quiere Papá Dios.

Meditaba  sobre el evangelio unos versículos llamaron mi atención: No se angustien ustedes. Crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchos lugares donde vivir, si no fuera así, yo no les hubiera dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de irme y de prepararles un lugar, vendré otra vez para llevarlos conmigo, para que ustedes estén en el mismo lugar en donde yo voy a estar.” Juan 14, 1-3.

Por qué sentirme angustiada, mi Padre Dios tiene todo preparado, tiene el lugar listo solo tengo que aceptar su voluntad y estar atenta, continuar el camino, decir que si y estar segura que no estoy sola porque Cristo va delante de mí.

El camino de padecer
es más seguro y aún más provechoso
que el de gozar y hacer:
...se le añaden las fuerzas de Dios
....y (se va) purificando el alma
y haciéndola más sabia y cauta.

San Juan de la Cruz, Noche Oscura, Canc. 2, Lib. 2, cap 16, #9

domingo, 4 de mayo de 2014

Reflexión del Evangelio del III Domingo de Pascua. Lc 24,13 - 35

La cena en Emaús
A continuación la reflexión del Evangelio dominical  del Padre Alberto Márquez .
 
Ante todo debemos decir que el evangelio de Lucas estaba destinado a los cristianos de cultura griega, por ende no era fácil predicar la buena nueva del acontecimiento de Cristo en un contexto social en donde el tema de la resurrección no era fácil de creer. Es así que una de las problemáticas de los cristianos de los primeros días después de la Resurrección del Señor era cómo hacer creíble la Resurrección del Señor ante un mundo hostil e incrédulo. Los lugares que aparecen en el texto están cargados de significado: Jerusalén es lugar del acontecimiento de la victoria de Cristo sobre la muerte, lugar del testimonio de Jesús, incluso lugar donde saldrán los discípulos a predicar al mundo entero. Mientras que Emaús, es el lugar de la duda, del sin sentido, del aparente fracaso, caminar hacia Emaús no es simplemente ir hasta la casa sino incluso lugar de abandono del proyecto de Dios. Emaús por tanto, más que un lugar geográfico es un espacio existencial de los discípulos desilusionados que buscaban creer y dar testimonio en un mundo incrédulo.

El discípulo se puede dejar enceguecer por el pesimismo ambiental y escéptico de toda esperanza. Para los discípulos del  Señor no era fácil vivir siempre con los ojos abiertos para reconocer al Señor en medio de la oscuridad de ser rechazados, mal vistos y burlados. Ante un ambiente de ese estilo se suscitaba la pregunta. ¿Cómo experimentar un Cristo vivo y en dónde? Lo primero sería en dejarse encontrar con Él mismo, no son nuestras preconcepciones de Dios lo que nos acercan a Dios, no son las ideas monolíticas de Dios que tenemos en nuestras vidas las que nos hacen conocer a Dios mismo, sino lo nuevo que encontramos de Él en la vida misma. No son las altas especulaciones con las que se encontraron los discípulos en el mundo griego donde podían encontrar certezas de Jesús mismo, aunque fascinara sus teorías, sino lo que Jesús decía de sí mismo en las escrituras. En este episodio de Emaús, Jesús al encontrarse con sus discípulos en el camino se muestras explicándole las escrituras, nos dice el texto: “y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas les explicó lo que se refería a él en todas las escritura”. Hablar de Jesús en tiempo de Jesús no era simplemente echar el cuento de cómo resucitó, sino ver el sentido de los hechos desde lo que ya se había anunciado desde la historia misma ante de Jesús; era hablar lo que ya decían los profetas acerca de él. Más adelante los mismos discípulos que caminaron con él comentaron diciendo: “¿no ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba la Escrituras?” es decir, el fervor por Jesús nace cuando se descubre el encanto de las promesas de Dios por nuestras vidas o las promesas de Dios en nuestras historias personales. Pero para ello hay que abrir las escrituras, de lo contrario Jesús se quedaría en el plano de la historia de un líder meramente histórico del  pasado pero sin trascendencia para la vida y sin significación en el presente humano. Es muy distinto ver a Jesús desde la mirada de aquel que construye una ideología religiosa y política que desde la mirada de aquel que busca salvación. Lo primero para abrir los ojos de la fe es dejarse en encontrar por Él mismo tal como Él es desde su palabra.

Lo segundo, sin ser presuntuoso en la propuesta como para ver a Jesús, se debe mostrar la Palabra experimentada en el gesto de la caridad y de la fraternidad. A Jesús se le termina reconocer en la caridad o solidaridad entre hermanos, es decir, la Palabra de Jesús que se explica a sí misma se contempla en el amor de los hermanos, en el compartir. El gesto central o celebrativo de todas las vivencias de amor de los hermanos y que los aglutina es la Eucaristía. Los primeros cristianos no se reunían para cumplir un precepto sino para glorificar en cantos y alabanza la presencia de Cristo en el pan eucarístico. Lo que ya ardía en sus corazones ahora lo celebran. Pero el contexto del gesto eucarístico no estaba desligado en primer lugar de la caridad, era su espacio vital e inicial, la eucaristía comenzaban cuando primero se amaban. Por lo tanto no era un rito preceptivo sino algo vital, incluso su consecuencia, por eso para San Pablo era un escándalo muy grande celebrar la eucaristía si no había caridad en la comunidad. Ante la pregunta de cómo encontrar a un Cristo vivo o resucitado, la respuesta es que solo se  verifica la trascendencia de lo ocurrido en Jerusalén en la fuerza de los que se aman aún más allá de los lazos de sangre o de nación. Solo un apasionado por la caridad que ve el centro de todo lo que ama en la Eucaristía es capaz de demostrar que Jesús está vivo.


También en nuestros tiempos por muchos factores pudiéramos caminar con Jesús sin sentir que Él está.Hablamos de Él pero no conmueve, incluso no nos hace cambiar, simplemente repetimos lo que nos dijeron y vamos convirtiendo nuestra religión en reliquia espiritual de museo hasta el punto de perder el fervor y volver las expresiones de fe en repeticiones áridas de cosas. El Papa habla en su exhortación apostólica EvangeliiGaudium de tentaciones que hacen perder la alegría de los agentes pastorales, entre ellas el pesimismo estéril. Advierte que “los males de nuestro mundo –y de la Iglesia- no deberían ser excusas para reducir nuestra entrega o nuestro fervor” (84), critica a los cristianos “pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre” (85), y por eso enfatiza “no nos dejemos robar la esperanza”.Más aún el Papa en su documento hace voto por “las relaciones nuevas que generan Jesucristo” entre ella aquellas que “invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia en un constante cuerpo a cuerpo. La verdadera fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de sí, de la pertenencia a la comunidad, del servicio, de la reconciliación con la carne de los otros. El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura” (88).
Pbro Alberto Márquez.